En Memoria de: José Alfredo Mendoza López "Tico Mendoza" (1974-2025). ✍🏽


En memoria de: José Alfredo Mendoza López "Tico Mendoza" (1974-2025). ✍🏽

Un sueño forjado en adversidad: La Historia de Tico Mendoza. 🔝🎙️

Jose Alfredo Mendoza Lopez, mejor conocido como Tico Mendoza, nació el 28 de enero de 1974 en El Pitahayo, un pequeño y humilde pueblo de la Costa Chica de Guerrero perteneciente al municipio de Cuajinicuilapa. Hijo de Aurora López y Hilario Mendoza, creció en una familia trabajadora, marcada por la pobreza, pero siempre impulsada por el esfuerzo y el deseo de salir adelante.

Desde niño, "Tico" mostró una determinación inquebrantable. Aprendió a caminar a los ocho meses y a hablar a los dos años, y pronto su apodo por su manera de hablar, heredado del pájaro carpintero que abunda en su región, se convertiría en sinónimo de perseverancia. Para asistir a la escuela primaria, caminaba 6 kilómetros diariamente, a veces acompañado de sus hermanos, montados en el único burro que tenían. Su infancia fue de esfuerzos, pero también de sueños que se mantenían vivos, a pesar de las adversidades.

La secundaria lo obligó a alejarse de su hogar, yendo a vivir con sus tías, ya que la distancia era mayor y no había manera de hacer el largo trayecto a pie todos los días. Pero el deseo de estudiar siempre fue más fuerte que la incomodidad de estar lejos de su familia. Cuando llegó la preparatoria en Cuajinicuilapa, trabajó como barrendero en una refaccionaria para sobrevivir. Las burlas y humillaciones por su empleo no lo detuvieron, y aunque no tuvo uniforme para su graduación, Luis Miguel Quesada Domínguez, el hombre que le dio ese primer trabajo, lo acompañó en ese día tan importante, llevándolo a comer tacos al pastor, mostrándole que no estaba solo.

Decidido a continuar sus estudios, "Tico" se mudó a Acapulco para estudiar en la Escuela Superior de Ciencias Sociales. Allí, trabajaba de lunes a sábado repartiendo comidas desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde. Se bañaba rápidamente para ir a la universidad a pie, porque no tenía dinero para el transporte. Los domingos también trabajaba, vendiendo comida, pero no recibía pago, solo la promesa de un techo donde dormir. Las dificultades no cesaban, pero su voluntad seguía intacta. En una ocasión, con tanta hambre que no podía más, esperó a que la gente se retirara de un negocio de tamales y pidió uno a cambio de barrer el lugar. La señora, conmovida, le ofreció tamales y atole, y le dijo que siempre que lo necesitara, podía contar con ella para comer. Ese acto de bondad jamás lo olvidó.

La vida en Acapulco no fue fácil. Sin apoyo de sus familiares, terminó durmiendo en banquetas y casas abandonadas, pero no se rindió. Fue su amiga Rocío quien le habló de unos terrenos que se estaban otorgando en la colonia 7 de junio, y en 1998, "Tico" se convirtió en uno de los primeros paracaidistas, viviendo en una casa de lámina y palos. Para subsistir y continuar con su carrera universitaria, lavaba, planchaba y barría casas, en su mayoría para maestros de una unidad habitacional cercana. Los domingos, vendía mole con arroz que transportaba en una carretilla. El mole lo preparaba él mismo con la pasta que le enviaba su madre desde El Pitahayo, y esa carretilla de comida fue su sustento durante mucho tiempo.

Mientras él luchaba por construir su vida en Acapulco, su familia enfrentaba dificultades en su pueblo. La casa de sus padres estaba prácticamente en ruinas, y fue gracias a la generosidad de la señora Francisca Montalván que se les construyó un pequeño cuarto para que pudieran dormir dignamente. Poco después, "Tico" perdió a su padre, una tragedia que lo golpeó profundamente, pero que también lo impulsó a seguir adelante con más fuerza.

El destino dio un giro inesperado cuando asistió a una reunión de la Asociación de Ometepequenses en Acapulco, invitado por Enrique Solano. Sin saberlo, aquella reunión cambiaría su vida para siempre. En medio del evento, declamó una de sus poesías y cautivó a todos los presentes. Fue entonces cuando Eloina López Cano, directora del Sol de Acapulco, lo invitó a colaborar con el periódico. Así nació su primera columna, donde compartía sus poesías, y más tarde, creó la sección "Pueblos Negros de la Costa Chica", un éxito rotundo que le dio reconocimiento y popularidad.
Con su primer sueldo, "Tico" regresó a agradecer a la señora de los tamales que lo ayudó cuando más lo necesitaba. Compró todos sus tamales y atoles, y le pidió que dejara de trabajar, porque él se haría cargo de ella a partir de ese momento. Este gesto de gratitud marcó un antes y un después en su vida.

Aunque de joven soñaba con ser médico, "Tico" estudió Derecho debido a los altos costos de la carrera de medicina. Pero su camino lo llevó a otro lugar. La comedia llegó a su vida por accidente, cuando un amigo grabó una reunión en la que "Tico" contaba chistes. Esos audios terminaron en manos de la piratería, y en poco tiempo, "Tico" se convirtió en un fenómeno de ventas sin habérselo propuesto.

Cuando finalmente logró estabilidad económica, después de haberlo pasado por todo, cumplió uno de sus mayores sueños: construirle una casa a su madre. Un 10 de mayo, llegó con un mariachi y le entregó las llaves de la nueva vivienda, cumpliendo la promesa que había hecho años atrás, cuando salió de El Pitahayo en busca de una vida mejor.

Hoy, José Alfredo “Tico” Mendoza ya no está con nosotros, pero su historia queda sembrada como semilla en la memoria colectiva de la Costa Chica y más allá. Fue más que un comediante, más que un hombre de radio, de redes o de escenarios llenos; fue un símbolo de lucha digna, de humildad valiente, de esos que cargan el hambre, la burla y el cansancio, y aún así siguen. Conquistó con humor lo que la vida le negó de niño, pero nunca se despegó de sus raíces ni de quienes le tendieron la mano cuando no tenía nada. Su vida no fue solo la de alguien que logró salir adelante, sino la de un hombre que hizo del dolor un poema y de la pobreza una lección de gratitud. Tico se fue, sí, pero dejó en cada risa suya un pedazo de verdad, y en cada palabra, una razón para no rendirse jamás.

¡DESCANSA EN PAZ "TICO"! 🙏🏽

¡ORGULLO GUERRERENSE! 🏅

Texto: Costa Chica Fútbol / Luis Angel Cervantes Ventura

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